![]() |
Ciudad de México |
ya no creemos en nuestros dioses,
ya no adoramos a los guardianes de los montes,
ya no evocamos a nuestros ancestros,
ya no valoramos lo que tenemos,
ya no apreciamos nuestra manera de pensar,
ya no pensamos en los almas de los que ya se fueron.
Nuestros hijos piensan como extranjeros
y se sienten extraños en las tierras de sus abuelos,
tal vez en sus venas gira sangre hibrida.
Vamos alejando poco a poco de nuestras tierras,
de nuestros aguas,
de nuestras montañas,
tal vez hasta arrancar de lo más profundo de nuestras raíces,
borrar toda nuestra historia pasada
y perder nuestra identidad.
Renegamos de nuestros orígenes,
de nuestra manera de vivir,
de nuestras razas.
Hablamos mal de nuestros padres
por no haber hecho más por nosotros
y nos cuestionamos por no habernos nacido en otras tierras.
No nos conformamos con lo que tenemos en nuestras tierras,
siempre estamos pensando que alguna parte del mundo sería mejor,
se nos ocurre la locura de emigrar a tierras lejanas,
tras perseguir a ese sueño que nos resta fuerza durante la noche,
deambulamos por las calles de las grandes ciudades a ganar unas monedas,
a buscar una prosperidad
o porque ya no queremos seguir
en el camino de nuestros padres,
estamos de vuelta en nuestra tierra,
encontramos casas arruinadas y abandonadas
o simplemente escombros y solares que alguna vez
fueron moradas de nuestros padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario